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miércoles, 17 de abril de 2013

Un viaje en bici por el Danubio en Serbia

Viçens Borrell y Dani Valverde son dos cicloturistas que recorrieron la ruta del Danubio serbio en bici el verano pasado. En este artículo detallan sus experiencias e impresiones, acompañadas de algunas de las espectaculares fotos que tomaron (en este enlace encontraréis el reportaje fotográfico completo). Una lectura más que recomendada, en especial para todos los que seáis aficionados a la bicicleta.

"Un avión nos deja en el aeropuerto Nikola Tesla de Belgrado. La cinta de equipajes escupe dos cajas de cartón, de las que se utilizan para embalar bicicletas nuevas. Nosotros no las estrenamos, pero en cada viaje nos hace la misma ilusión, abrirlas y remontarlas pieza a pieza. El sudor, las manos grasientas, el olor a un país diferente, ingredientes de la emoción que nos invade en estos momentos ante una nueva aventura que nos depara mil kilómetros de pedaleo acompañando el Danubio, el segundo río más largo de Europa después del Volga. 

Nuestro destino no es otro que la ciudad rumana de Constanza, en el mar Negro. Pero, sobre todo, nuestro principal objetivo es recorrer el Danubio en su tramo más espectacular que no es otro que el serbio y, en especial, la impresionante garganta de la Puerta de Hierro, el desfiladero más grande de Europa, que forma el río al horadar el pequeño hueco entre los Balcanes y los Cárpatos, bajo unas paredes verticales de hasta 300 metros de altura.

Belgrado

Casas flotantes en el Sava
Nos dirigimos hacia el centro de Belgrado y para ello hemos elegido un precioso paseo que recorre las orillas del río Sava justo antes de confluir con el Danubio. Unidas a la tierra por una pasarela se ven innumerables casas flotantes usadas como restaurantes y segundas residencias. En los parques adyacentes se respira un ambiente de ciudad cosmopolita. Los cálidos colores del atardecer nos obligan a disminuir la marcha y gozar del entorno.

Antes de cruzar el Sava y entrar en el centro histórico, recorremos las grandes avenidas de Novi Beograd, el moderno centro financiero y urbanístico de la ciudad. Esta zona dispone de muchos carriles para bicicletas que facilitan nuestro tránsito. 

San Sava
Belgrado no es una ciudad monumental ni abarrotada de turismo, pero tiene bastantes lugares que merecen ser visitados y a eso dedicamos las horas que nos quedan libres. En la plaza de la República empieza el verdadero corazón de la capital, con la calle Mijahila como eje vertebrador de la zona peatonal y comercial de la ciudad y con el Museo y el teatro Nacional como punto de partida. Dicha calle nos lleva al parque Kalemedgan, ubicado en un montículo en cuya cima se ubica el castillo homónimo, dominando plenamente la confluencia entre el Sava y el Danubio. 

Merece también una visita el bulevar Kralja Aleksandra, que transcurre entre monumentos y grandes parques urbanos y nos acerca a San Sava, su particular Sagrada Familia ortodoxa todavía en construcción y de dimensiones gigantescas.

Restaurante en Skadarlija
A la obligada pregunta de dónde podemos cenar, nuestro anfitrión nos responde en un extraordinario castellano aprendido mediante Internet: «¡No os podéis perder la calle Skardaska!». Sorprende agradablemente el hecho de que mucha gente entiende o conoce algo de español. Al hablar se crea rápidamente una empatía ya que, en general, la gente tiene afecto por todo lo que viene de España. 

Efectivamente, encontramos que en dicha calle se respira un peculiar ambiente en las cálidas noches de Belgrado, con multitud de terrazas abarrotadas de comensales bailando al ritmo de numerosos grupos musicales que animan la velada, de mesa en mesa, con música tradicional.

En ruta 

El Danubio a la salida de Belgrado
Pero a nosotros nos espera el Danubio, un guión apasionante sólo al alcance de quien pacientemente se atreva a perseguir las intermitentes señales que nos indican que estamos recorriendo la parte final del Eurovelo 6, la gran ruta ciclista que empieza en Nantes, donde desemboca el río Loira. La salida de la ciudad es caótica. Las bicicletas no son de uso generalizado y las carreteras y el tráfico no están muy preparados para los ciclistas. No obstante, con la ayuda de “google maps” y la inestimable colaboración de las guías de la editorial Esterbauer, hemos diseñado el viaje al milímetro a golpe de GPS, buscando las calles y los caminos del país menos transitados, procurando visitar los máximos puntos de interés posible. 

Poco después de dejar Belgrado nos enfrentamos a las dimensiones del río, cruzándolo sobre un puente que parece no acabarse nunca y que, descubriendo el matiz marrón terruño de sus aguas, nos llevará a la orilla norte. Esta es una de las últimas construcciones que se atreverá a desafiar su anchura.

Las Marismas

Las primeras dos etapas nos deparan una sorpresa que no preveíamos: un paraíso para los amantes de la ornitología. El camino discurre básicamente por encima del dique de contención, construido a raíz de las bravas crecidas del río y ubicado a unos centenares del curso habitual. Los sucesivos aumentos del cauce han dejado una interminable marisma repleta de especies migratorias de todo tipo, tales como anátidas, pollas de agua, fochas, cormoranes, garzas y prácticamente toda las veriedades europeas de ardeidas.

La magnífica atalaya que supone el dique y la pasividad de la fauna ante nuestras infinitas paradas convierten nuestra jornada en una observación permanente que sería la envidia de cualquier ornitólogo y aficionado a la naturaleza.

Fortaleza de Smederevo
Reposamos de tal embriaguez en la ciudad de Smederevo, famosa por su inmensa fortaleza cuyas murallas se reflejan en las aguas del río. A parte de visitar el centro de la ciudad, que puede presumir de una inmensa plaza peatonal alrededor de la catedral, la casualidad hace que paseemos por un mercado gitano situado en las afueras, antesala de lo que nos encontraremos en Rumanía.

Al día siguiente, retomamos el dique llegando a Kovin, donde observamos ya la arquitectura urbana de los pueblos serbios, grandes extensiones de casas salpicadas de parques y anchas aceras ajardinadas. El camino se vuelve más salvaje y las marismas más vastas, se alternan las zonas con pequeñas playas y los núcleos alargados con casas de veraneo asomadas al río. La vida de los serbios en esta zona está marcada por el río. En él pescan, se bañan, descansan, transportan, y de él se tienen que proteger.

Silver Lake
En Stara Palanka tomamos una deliciosa sopa de pescado (cómo no, del río) muy típica, mientras esperamos la balsa que nos llevará a la orilla sur. La anchura es tal que parece como si cruzáramos un lago en cuya orilla opuesta encontraremos la fortaleza de Ram. Descansaremos en la turística localidad de Veliko Gradiste, a orillas del Silver Lake, un antiguo meandro convertido en lago. El color de sus aguas en el ocaso hace honor a su nombre. A partir de ahí, la orilla norte se convierte en Rumanía y nosotros discurriremos por una cada vez menos transitada carretera, al abrigo de los Balcanes serbios. El río se ensanchará momentáneamente hasta la friolera de 5 kilómetros, cosa que a veces dificulta divisar el lado rumano.

Las Puertas de Hierro 

En Golubac el río encoge de golpe su kilométrica anchura hasta apenas unos 200 metros. La fortaleza de Golubac se ha convertido en la entrada a las gargantas de las Puertas de Hierro. La construcción del embalse más abajo, debido a las continuas crecidas del río, supuso un aumento muy considerable del nivel de las aguas y obligó a desviar la carretera y hacerla pasar por la puerta principal del castillo, antaño monte arriba, y actualmente convertida en la puerta de piedra que da la entrada a este monumental desfiladero.

Fortaleza de Golubac
El parque Nacional de Derdap comprende la primera garganta y tres más de forma consecutiva en un tramo de 134 kilómetros. Es un paraíso de fauna, bosques y paredes rocosas que caen verticalmente sobre el río. Sorprende la majestuosidad de los paisajes y la cantidad de curiosidades por visitar, que contrasta con la casi inexistencia de turismo. En la segunda garganta de Godospin Vir, podemos visitar Lepenski Vir, un museo creado a partir de los restos arqueológicos encontrados en la zona. El río se ensancha momentáneamente en el meandro donde está ubicada Donji Milanovac, una tranquila población a orillas del río que ofrece una de las escasas posibilidades de alojamiento y el punto de partida para explorar el parque en su profundidad. Llegados a este punto el río parece descansar en su lucha contra los montes que dificultan su cauce.

Atardecer en Djerdap
Finalizado el descanso, las aguas emprenden su batalla final con el desfiladero de Kazan, de 19 kilómetros de longitud, 150 metros de ancho y 53 metros de profundidad. La carretera se abre camino como puede entre túneles y paredes, y nuestra vista no abarca tanta magnitud de naturaleza. En la parte rumana aparece el monasterio de Mraconia. Su inclinación puede leerse como una reverencia al río que la presa logró amansar, pero que si escucha con atención todavía puede oír los pequeños rápidos que se suceden espontáneamente.

Tras visitar un semáforo fluvial abandonado y subir un fuerte repecho, llegamos al alto Golo Brdo, desde donde puede observarse una sensacional panorámica sobre Kazan, el puente Trajano y la estatua de Decebalus, esculpida en las paredes de los Cárpatos rumanos por este emperador romano. Sólo el discurrir de alguna embarcación con turistas y algún crucero fluvial que remonta el río nos disturban de la profunda sensación de soledad que nos invade.

Las presas 

Golo Brdo
En la garganta de Sip, el menos estrecho de estos desfiladeros, nos encontramos con la majestuosa presa Puerta de Hierro I, que garantiza la seguridad de la navegación mediante un canal lateral, suministra electricidad en la región, mitiga las inundaciones y comunica ambas orillas, tan unidas por el destino del río y separadas por sus aguas. La presa, inaugurada en 1972 supuso la elevación de 35 metros el nivel de las aguas y el desplazamiento de 17.000 habitantes, afectando a algunas especies de animales como ciertos tipos de esturiones. También desapareció la isla Ada Kaleh, un enclave turco en tierras ajenas.

En Kladovo recorremos su peculiar playa como si del Mediterráneo se tratara y disfrutamos de la cotidianidad de sus calles. En Brza Palanka nos espera un pequeño motel con un camping a orillas del río, amansado ya totalmente entre presas. En su restaurante disfrutamos de la compañía de un almuerzo de empresa que se alarga toda la tarde con cánticos folclóricos incluidos, y, por supuesto, menú con esturión y otros pescados locales. De esta localidad nos cautiva el cementerio, por la suntuosidad de sus tumbas a pie de carretera, verdaderos monumentos familiares, una constante en todos los pueblos serbios que honran eternamente a sus antepasados.

Presa Puerta de Hierro
Superada la primera presa ya no existe el dique de contención lo que nos permite recorrer carreteras no asfaltadas justo al lado del río. Entonces podemos volver a disfrutar de la relación que mantienen los serbios de la zona con el Danubio, con sus rincones de pesca y veraneo. El ir y venir de las barcazas contenedores y las frecuentes plataformas de dragado del fondo del río son parte de las actividades económicas en el entorno fluvial.

El camino nos conduce a Negotin, ciudad con bastante actividad comercial y la última gran localidad antes de cruzar la frontera búlgara. Dejamos atrás tierras serbias que nos han permitido descubrir un pueblo que, lejos de la imagen que nos pueda transmitir su reciente historia, nos sorprende con una afinidad en todo lo referente a España, su idioma y sus pueblos. Un nexo que a pesar de la dificultad idiomática nos ha permitido conectar y hacernos pasar unos días agradables a su cuidado."

Información práctica

Cuándo ir.

La mejor época del año es a finales de primavera, mayo y junio. El invierno es muy frío y el verano muy tórrido (clima continental).

Cómo llegar.

Hasta Belgrado hay vuelos directos desde Madrid pero no desde Barcelona. A falta de ello pueden usarse combinaciones de vuelos de bajo coste. Las bicicletas se pueden llevar embaladas en el avión, pagando un suplemento.

Importante a tener en cuenta.

No es necesario visado siendo de la Unión Europea. Pero ¡ojo! que cada noche tienen que sellar un papel en los hoteles, lo pide la policía al cruzar la frontera.

Dificultades.

Es una ruta llana y la mayoría del trayecto pasa por carreteras secundarias con poco tránsito o bien por pistas sin asfaltar. Algún tramo del dique es un poco dificultoso por la hierba. Hay que tener cuidado con el tráfico en las cercanías de Belgrado y buscar rutas tranquilas. Evitar autovías.

Enlaces de internet. 
  • Página del autor con la ruta realizada en wikiloc.
Por Viçens Borrell y Dani Valverde.